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miércoles, 11 de diciembre de 2024

La famosa carta de Adolf Hitler en 1919 a Gemlich, sobre la cuestión judía en Alemania (traducida al Español).

Expertos alemanes, británicos y estadounidenses ya han revisado la Carta,
y han concluido, que efectivamente; se trata de un documento original de 1919, escrito y firmado por Adolf Hitler.

Después de la Revolución de Noviembre y la “República de los Consejos” 
[Räterepublik], el Grupo de Comando Nº 4 de la Reichswehr bávara, creado el 11 de mayo de 1919, decidió vigilar a los grupos políticos y llevar a cabo un “trabajo educativo” (es decir, de adoctrinamiento) para combatir las actividades revolucionarias entre las tropas. 
Dirigido por Karl Mayr, el “Departamento de Información” (Ib/P) de la Reichswehr fue comisionado para este propósito. 
Adolf Hitler, que había pertenecido anteriormente a la unidad de desmovilización, se unió al “Departamento de Información” como escritor de propaganda e informante [Vertrauensmann], y participó en cursos de educación organizados por el departamento. 
Las contribuciones de Hitler a las discusiones de grupo llamaron la atención de un profesor del curso, el historiador Karl Alexander von Müller, que conocía a Mayr de sus días de escuela. 
Müller informó a Mayr sobre las dotes retóricas de Hitler. 
Poco después, Hitler fue nombrado profesor de un curso de formación en Lechfeld (del 20 al 25 de agosto de 1919). 
El 4 de septiembre de 1919, Adolf Gemlich, un participante del curso, escribió una carta a Mayr, y le pidió información precisa sobre la posición del gobierno en relación con la “cuestión judía” [Judenfrage]. 
Mayr reenvió la carta de Gemlich a Hitler, y le pidió que respondiera. 
Hitler accedió a la petición y escribió la siguiente respuesta el 16 de septiembre de 1919.



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Si el peligro que representan hoy los judíos se manifiesta en la innegable antipatía que sienten hacia ellos una gran parte de nuestro pueblo; la causa de esta antipatía no se encuentra, en general, en el claro reconocimiento, consciente o inconsciente, de la actividad corruptora de los judíos en nuestro pueblo en general; se origina principalmente en las relaciones personales, y en la impresión que deja tras de sí el judío individual, que es casi invariablemente desfavorable. 

El antisemitismo adquiere así con demasiada facilidad, el carácter de manifestación de la emoción: 
Pero esto es un error!
El antisemitismo como movimiento político no debe, ni puede determinarse por criterios emocionales; sino únicamente a través del reconocimiento de hechos. 
Los hechos son los siguientes: 
En primer lugar, los judíos son definitivamente una raza; y no una comunidad religiosa. 
El judío mismo nunca se llama judío alemán, judío polaco, judío americano; sino sólo judío. 
De las naciones extranjeras en cuyo seno vive; el judío ha adoptado poco más que su idioma. 

Un alemán que se ve obligado a hablar francés en Francia, italiano en Italia, chino en China, no se convierte por ello en francés, italiano, o chino; de la misma manera, un judío que vive entre nosotros, y se ve obligado a hablar alemán, no puede ser llamado alemán. 
Incluso la fe mosaica, por importante que sea para la conservación de esta raza; no puede considerarse absolutamente decisiva para determinar si alguien es judío, o no. 
Apenas existe una sola raza cuyos miembros pertenezcan exclusivamente a una religión determinada!
A través de mil años de endogamia, practicada a menudo en un círculo muy estrecho, el judío en general ha conservado su raza y su carácter mucho más rigurosamente; que muchos de los pueblos entre los que vive. 
Y como resultado, vive entre nosotros una raza extranjera, no alemana, que no quiere, ni puede sacrificar sus características raciales, negar sus propios sentimientos, pensamientos y aspiraciones, y que, sin embargo; posee todos los derechos políticos que nosotros tenemos. 
Los sentimientos del judío se refieren a cosas puramente materiales; y sus pensamientos, y deseos, aún más. 
Su danza alrededor del Becerro de Oro, se convierte en una lucha despiadada por todos aquellos bienes que, según nuestros sentimientos más íntimos; no deberían ser los más altos, y deseables de esta tierra.

El valor del individuo ya no está determinado por su carácter, por la importancia de sus realizaciones para todos, sino únicamente por la cantidad de sus posesiones; por su dinero.

El valor de la nación ya no se mide por la suma de sus fuerzas morales y espirituales; sino únicamente sobre la base de la riqueza de sus bienes materiales.

De este sentimiento surge esa preocupación, y ese afán por el dinero, y por el poder que puede protegerlo; lo que hace que el judío sea inescrupuloso en la elección de los medios, y despiadado en su uso, para alcanzar su fin.

En un estado gobernado autocráticamente, lloriquea para obtener el favor de la "Majestad" del príncipe y despues abusa de él, para aprovecharse de sus súbditos como una sanguijuela. 

En una democracia, corteja el favor de las masas, se arrastra ante la "majestad del pueblo"; y sin embargo, sólo conoce la majestad del dinero.

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Destruye el carácter del príncipe con la adulación bizantina, y el orgullo nacional(que es la fuerza de una nación); con la burla y la educación descarada en el vicio. 
Su arma es esa opinión pública que nunca se expresa por la prensa, sino que siempre es dirigida, y falsificada por ella. 

Su poder es el poder del dinero, que en forma de interés, se multiplica sin esfuerzo; e interminablemente en sus manos impone a las naciones el más peligroso de los yugos; cuyas tristes consecuencias son tan difíciles de percibir, a causa del brillo inicial del oro. 

Todo lo que hace que los hombres se esfuercen por alcanzar cosas más elevadas; ya sea la religión, el socialismo, o la democracia; es para él sólo un medio, para un fin; para la satisfacción de la sed de dinero y de dominio. 
Sus actividades producen una tuberculosis racial entre las naciones!

Y esto tiene el siguiente resultado: 
El antisemitismo que surge de razones puramente emotivas siempre encontrará su expresión en forma de programas [ sic ]. 
Pero el antisemitismo basado en la razón debe conducir a la Lucha Legal Sistemática, y a la eliminación de los derechos del judío; que sólo él, entre los extranjeros que viven entre nosotros, posee(necesitamos una legislación para convertirlos en extranjeros). 

Sin embargo, su objetivo final debe ser la eliminación total de los judíos.
Ambas son posibles sólo bajo un gobierno de fuerza nacional; nunca bajo un gobierno de impotencia nacional.

La República en Alemania no debe su nacimiento a la voluntad nacional, a la unidad de nuestro pueblo; sino a la astuta explotación de una serie de circunstancias que se combinaron para producir un profundo descontento general. 

Pero estas circunstancias eran independientes de la forma del Estado, y siguen vigentes hoy; más vigentes, de hecho, que antes. 
Y una gran parte de nuestro pueblo es consciente de que no es un simple cambio en la forma del Estado como tal; lo que puede alterar, o mejorar nuestra posición; sino el renacimiento de las energías morales, y espirituales de la nación.

Este renacimiento no será puesto en marcha por el liderazgo político de una  mayorías de irresponsables, bajo la influencia de dogmas de Partido, o por una prensa irresponsable, ni por lemas, y consignas de acuñación internacional; sino por la acción despiadada de personalidades con capacidad de liderazgo nacional, y un sentido interno de responsabilidad!

Pero este hecho(la Cuestión Judía y El dinero) priva a la República del apoyo interno de las fuerzas espirituales de la nación, que son tan necesarias.
 
Y por eso los actuales dirigentes del Estado, se ven obligados a buscar el apoyo de aquellos que sólo se beneficiaron de la nueva situación en Alemania; y lo hacen ahora, y que por esta razón han sido las fuerzas impulsoras de la revolución los judíos. 

Sin tener en cuenta el peligro judío, que sin duda ha sido reconocido por los dirigentes actuales(prueba de ello son las diversas declaraciones de las figuras dirigentes actuales); se ven obligados a aceptar el apoyo que los judíos ofrecen de buena gana, para su propio beneficio, y por lo tanto; a pagar el precio exigido. 

Y este precio(que pagan nuestros políticos); no sólo consiste en dar a los judíos todo el aliento que piden; sino sobre todo, en obstaculizar la lucha de la nación engañada, contra los judíos, y en neutralizar el movimiento antisemita!

Fuente de la traducción al inglés: 
Jeremy Noakes y Geoffrey Pridham, eds., Nazism 1919-1945 , Vol. 1, The Rise to Power 1919-1934 . Exeter: University of Exeter Press, 1998, págs. 12-14.

Fuente del texto original en alemán: 
“Hitler an Gemlich. München, 16 de septiembre de 1919, ”HStA München. Abt. II. Grupo Kdo. 4. Bd. 50/8. Resumen; reimpreso en Ernst Deuerlein, “Hitlers Eintritt in die Politik und die Reichswehr”, Vierteljahrshefte für Zeitgeschichte , 7. Jahrgang, 2.

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No se si ustedes observan lo mismo que yo?
Que por sus paralelismos, Hitler debió haber leído los 
Protocols del Sion, antes de redactar esa Carta!
Porque esos fueron publicado por primera vez en 1902, cuyo objetivo era justificar ideológicamente los pogromos que sufrían los judíos en la Rusia zarista.